

Un español medio pierde alrededor de tres calcetines al año. Si los multiplicamos por toda la población española, eso supone un total de unos 120 millones de calcetines perdidos. ¿Dónde están esos 120 millones de calcetines? ¿Quizá en el mercado negro?
¿Cómo es posible que siempre haya algún par desparejado tras pasar por la lavadora? ¿Acaso la lavadora es un artefacto fagocitador de calcetines?
En mi casa desaparecen misteriosamente los calcetines, y se da la circunstancia de que nunca lo hacen los dos a la vez, sino de uno en uno, con el resultado de que los cajones de mis armarios están llenos de huérfanos desparejados, faltos de amparo y de pies a quien vestir
Quizá todo tenga su origen en la ofensa casual que se les hace a estas prendas pareadas cuando se tiran despreocupadamente al fondo de la cesta de la ropa sucia.Sin ningún mimo ni miramiento se sacan precipitadamente de los pies y se echan de modo inmisericorde al cesto. Ni una palabra de agradecimiento, ni una caricia de aliento, ni un reconocimiento de su magna labor; vengo por poner un ejemplo que diga al caso: “amigos queridos, qué bien os habéis portado… qué fieles sois, cómo soportáis el terrible olor…cuánto sudor habéis sufrido…sois indispensables…”Nada, ni un miserable vocablo concerniente a su ingrata labor y sus dilatadas tragaderas sensoriales.