lunes, 1 de febrero de 2010

Un nuevo miembro en la familia


Hola de nuevo. Tenía tiempo sin escribir pero, es que he estado muy ocupada.
Me gusta planificar las cosas, sopesar pros y contras de las cosas importantes de mi vida, pero también me consideró muy capaz de hacer frente a los imprevistos. Y justo a principio del mes de diciembre se me presentó un imprevisto. Un imprevisto peludo, mordedor y fabricante de cacas.
Suelo compararla con lo que debe sentirse al tener un hijo no deseado: no la buscabas, no es lo que querías, pero es tuya y apechugas con lo que te toca. Todo se lo debemos a mi hermosa y querida hermanita, que, conmovida por las suplicas constantes de sus sobrinos, adopto al primer chuchin que se cruzó en su camino. Nos llamo para darnos la sorpresa mucho antes de Navidad. Se preocupo por comprarle todos los accesorios: Bolso para transportarlo, mantita para abrigarla, comedero decorado, juguetes y un saco de comida para cachorritos. Un cachorrito así, pobre criatura destetada con solo un mes y medio, haciéndome chantaje emocional… Debíais haber visto la cara de mis bajitos cuando se apareció la tía con el cachorro en los brazos… y debíais haber visto la cara de la almohada con orejas que se quedo pálido y mudo. Le entiendo, él nunca a tenido perro y no a disfrutado la maravillosa experiencia de tener un cachorro correteando a su lado.
Resulta que nuestra cachorrita es de raza indefinida. A pesar de que la titi Loli (mi hermanita) dice que le aseguraron que es de raza pequeña, ya que estaba en conocimiento de que queríamos un cachorro pequeño, lo pensaba adquirir por kilo, ya sabes no mas de tres o tres y medio kilos de perro, blanquito, con la naricita chatita, o sea, pijo de la muerte. Pero este cachorro, no se yo, pero me tiene toda la pinta de perrote. Al llevarlo al veterinario, este nos ha dado pistas del tamaño de mi chuchiña. Me ha dicho: Marta, puede ser que no crezca mucho, pero, por si acaso, vete comprando una montura!
Me cachis en la mar salá! Resulta que la pequeñita es una mezcla de Mastín con Pastor. Últimamente me acuerdo de mi hermana con más frecuencia de lo habitual. Claro señorita la perra es pequeña porque tiene un mes y medio de nacida!
Me han recomendado ir a la perrera y cambiarla por un perro pequeño. Sólo de imaginarlo se me rompe el corazón, nunca sería capaz de dejarla.
El llegar a casa a limpiar cacas de perro me tiene agotada. Debíais escuchar al pre-adolescente y a la peque discutiendo: -Oye la perra se ha hecho caca, te toca recoger a ti que yo lo hice la última vez!
Y luego la costumbre de morder. Tenemos los brazos que parecen un mapa. Le compraron juguetes de goma, pero prefiere mordisquear los brazos de la pequerrecha, las patas de las sillas y cualquier cosa que se encuentre cerca de sus mandíbulas (esta mañana se ha desayunado, literalmente, el mando de una TV) El pre-adolescente, como loco, ha estado toda la mañana buscando el dichoso mando, hasta que le he contado lo sucedido, y me pregunta cómo podrá estar en la cocina sin TV. Todo lo que entra tiene que salir. La solución, mi niño, es que esperes las próximas cacas y rescates los trocitos del mando a ver si puedes volver a armarlo. Demás está decir que no le ha gustado la idea.
Pero lejos de los mordiscos, las cacas y sus paseos neuróticos por toda la casa, golpeando a su paso todo lo que se le atraviese incluyendo las paredes, nuestra mayor preocupación es la aceptación por parte de la almohada con orejas. Es insoportable escucharlo de la mañana a la noche gruñendo, protestando. Hasta llego a decir que la perra o él, a lo que la pequerrecha, con toda seriedad, le contestó: Bueno papi seguro que te extrañaremos muchísimo.
Aunque, siempre que le toca hacer la compra, se toma muchísimo tiempo en escoger los mejores alimentos para la cachorrita. Cosa que nos parece un poco contradictorio con sus protestas.
Bueno esperamos que la loquita aprenda deprisa. Por ahora ha asimilado algunos conceptos como “no te subas al sofá si la almohada con orejas está delante”

4 comentarios:

  1. Jajajaja vaya historia buena que me cuentas!! Pues ya no tiene remedio, una vez que un bichito de esos se cuela en casa es imposible echarlo fuera. ¡Lo que se puede querer a un animal! Y además, él te lo devolverá con creces.
    ¿Aún no tiene nombre?

    Besos, Marta!

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  2. jajja, yo pase por ello. son solo unos meses si sois constantes y obrais todos de el mismo modo pronto aprendera
    la mia tiene ya cuatro años y es la reina de la casa. es de raza gigante y te aseguro que el tamaño es lo de menos. son un encanto, disfrutarlo.

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  3. bueno pues no te queda na,jajajajajaja pero es una preciosidad asi que paciencia, un besazo fuerte

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  4. Pues que sea muy bienvenido tu cachorrillo gigante, jajajajaja.

    Tu historia me recuerda a la de mi Mike cuando llegó a casa...Por cierto es un perro de dos kilos y doscientos gramos de peso, naricita chata y ¡pijo de la muerte! ;=)
    Es un "Yorkshire Terrier"...Lo que no sabes es que mi Mike es un "pedazo de perro" para lo pequeñajo que es, así está educado, no en la pijez suprema. O sea, que come y caga como un perro grandote... Yo también tenía mis prejuicios con estos perros "pijos de la muerte" y ahora, ¿sabes qué te digo Marta?

    ¡Qué le recomiendo a más de uno que alguna vez en su vida acoja a uno de estos perros porque sencillamente...

    SON ADORABLES Y MUY, PERO QUE MUY INTELIGENTES!!

    Te dejo el enlace de mi blog, por si quieres conocer como llegó a mi casa (le abandonaron, aún pijo ;=))y ver fotos suyas...

    http://marsolana.blogspot.com/2009/07/hoy-es-el-cumpleanos-de-mi-grumete.html

    Un abrazote

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