Una de las cosas más graciosas de
los coches sucios es que hace que la gente se convierta en poeta o que saque su
inventiva a pasear.
El caso es que tengo el coche muy pero que muy sucio, en parte por que
el otro día llovió algo a medio camino entre la arcilla y el guano, y en parte
por que lo limpio con productos de limpieza para personas dejadillas
religiosamente una vez cada dos o tres lustros.
Ayer, aparco al lado de un colegio, y cuando voy a coger el coche un
poco más tarde me encuentro con que me han escrito algo en la puerta: “Hola
puto”.
¿’Hola puto’? ¿Qué clase de mensaje es ese? ¿Qué es lo que me estás
queriendo decir, misterioso interlocutor anónimo? ¿Qué profunda filosofía
existencialista oculta del humanismo se ampara tras ese locuaz binomio?
He dado por hecho que se trata de algún crío que a la salida del cole ha
visto el coche sucio y no se ha podido resistir. Yo también lo hacía, pero …
¿’Hola puto’? No sé, yo cuando era infante recuerdo que era más creativos,
no poníamos nada que fuera menos digno que un: “No lo laves, planta patatas”,
un: ”Tonto el que lo lea”, o mi favorito, un: “Ojalá mi novio fuese tan
guarro”. Que sé yo, algo con cuerpo, un poco de denuncia social, que te haga
pensar. Pero es que … ¿’Hola puto’? Si al final voy a tener razón cuando digo que
hay una generación perdida.
Imagino que el autor, después de completar su obra maestra se iría
henchido de orgullo para casa, con su compendio de sabiduría impreso en la
puerta de mi coche, convertido ya desde entonces en vehículo del saber difusor
de su corriente de pensamiento.
Eso sí, con el dedo
usado para escribir rebozado en caca. Que le cunda.