A veces tiene que caer una tormenta o pasar algo para que modifiquemos nuestra trayectoria y reparemos en los otros peces que, en silencio, circulan entre nosotros, siguiendo cada uno de ellos su propio recorrido.
Es un libro mágico, entrañable, sensible, de esos que te hacen pensar sobre cómo una serie de circunstancias fortuitas en nuestras vidas pueden alterar nuestro día a día. Una novela, bastante corta y fácil de leer que merece la pena tener en cuenta.
Al empezar a leerlo tenía pocas expectativas sobre el libro, pero la verdad que es una historia agradable aunque típicamente previsible. Pasarás un buen rato, algo meloso...
No es ni una obra maestra, ni un libro para grandes pensadores, pero sí que nos muestra, con sencillez, que el cruce de las personas en el camino de la vida, influye en las nuestras y provoca cambios, decisiones y variedad de acontecimientos que, tal vez, de otro modo, no hubieran sucedido.
A aquellas personas que les cuesta meterse en libros de tramas algo densas o con lecturas transversales, les puede gustar- No se anda por las ramas y todo ello es bonito, demasiado perfecto, con mucho espíritu navideño, y cada historia tiene, como no podía ser de otra manera, un final feliz.
Me encantó Cuando Julie y Boris descubren que con el agua a diecinueve grados los peces no sólo cambian su trayectoria, sino que al hacer frío los peces nadan más cerca unos de otros.
-Y además nadan de dos en dos, como si fueran parejas. Ya no trazan sus caminos en solitario, evitando a los demás. Ahora lo hacen juntos... Y eso es desde que tienen frío... ¡Ahora hacen nudos dobles!
“El amor es como un taxi: si no se para y hay que correr tras él, es que ya está ocupado. Para encontrarlo, simplemente hay que saber esperar en el lugar adecuado".
"Las mujeres se enamoran de uno porque les pareces diferente. Y luego hacen todo lo posible para que nos volvamos como los demás".
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