martes, 29 de enero de 2013

Por encima de nuestras posibilidades


Antes tenía ilusión por ahorrar para algún capricho como, por ejemplo, irnos los cuatro una semanita de vacaciones de verano al camping mas cercano, ahora, en cambio, me doy por satisfecha si logró pagar las facturas de la luz, gas, agua, etc. Nuestra inteligencia se siente insultada. No solo debemos soportar un sentimiento de culpabilidad eterno  por haber vivido,  supuestamente, por encima de nuestras posibilidades, sino que ahora debemos sentirnos amparados  por el derecho a fracasar.
No obstante, la estrategia de nuestros gobernantes parece no funcionar, pues todo sentimiento de culpabilidad o fracaso se olvida en cuanto asistimos al desfile diario de corruptos, caraduras y personajes oscuros que contagian y pudren toda la vida política española, restándole credibilidad y respaldo moral.

El fracaso es  de  otros. El fracaso es de quien no ha tenido la suficiente profesionalidad como para gestionar de forma eficiente los recursos públicos; de quien no ha puesto en marcha los mecanismos de supervisión necesarios para evitar un excesivo endeudamiento público y privado;  de quien no cuenta con la ética adecuada y aprovecha su posición para enriquecerse; de quien legisla a golpe de decreto de ley, creando un abanico infinito de normas cortoplacistas que nos sumen en la más  profunda inseguridad jurídica; y por último,  de quien se resiste a que desaparezcan determinadas prebendas y privilegios.

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