domingo, 9 de agosto de 2009

SIN RENCOR


Que difícil es calificar las relaciones que llevamos con nuestros prójimos, y las reacciones que tenemos cuando nos sentimos agredidos o humillados. A veces no es tan fácil quedarse callado para no hacer un pleito enorme y esperar el momento oportuno para aclarar un malentendido, o simplemente no nos interesa aclararlo ni pedir explicaciones y simplemente los soslayamos y seguimos adelante.

Que difícil es calificar las relaciones que llevamos con nuestros prójimos, y las reacciones que tenemos cuando nos sentimos agredidos o humillados. A veces no es tan fácil quedarse callado para no hacer un pleito enorme y esperar el momento oportuno para aclarar un malentendido, o simplemente no nos interesa aclararlo ni pedir explicaciones y simplemente los soslayamos y seguimos adelante.
Cuando creemos que nos ofenden en la forma que sea lo más fácil es responder como creamos conveniente y decirle lo que consideremos que se merece, y probar el dulce sabor de la venganza, si la discusión se acalora mas, pues quien sabe como termine, tal vez con una amistad fracturada o con comentarios que ni siquiera vienen al caso, en fin puede terminar de varias formas ninguna de ellas constructiva, el sabor dulce de la venganza finalmente nos dejara un amargo sabor de boca.

Y si nos quedamos con las ganas de responder, ¿Qué pasa?, pues lo mas probable es que nos quedemos con la espinita de la ofensa y estemos de continuo esperando el momento para ajustar cuentas, o sea guardando rencor en el corazón, esperando el momento para vengarnos y tal vez, de vez en cuando hablando mal de esa persona.

Guardando rencor en cada momento en nuestro corazón, estaremos de continuo resentidos con el autor de la supuesta ofensa, y aunque nos abstengamos de desquitarnos y aparentemos que nada paso, en nuestro corazón estaremos a cada instante pensando que esa persona merecería un castigo y que es mala, o sea guardando rencor.

Hace unos días sufrí un desprecio por parte de una conocida. No voy a entrar en detalles, porque a medida que lo cuento, cada vez me parece mas humillante, y después de desear que se quede calva, que le salgan granos y que se le hinchen las piernas e llegado a las siguientes conclusiones:

1- Lo que no te mata, te hace más fuerte. Mi fantástica espiral de mierda y oscuridad. Unida a la firme decisión de autocontrol pase lo que pase, hace que cualquier cosa molesta que pueda hacer otra persona pierda importancia. Y esto (que alguien haga cosas molestas) sí que me cabrea. Así que si no le hago caso (porque estoy centrada en lo mío), no me molesta. O al menos no tanto.

2- Si piensas siempre en lo malo, cuando las cosas ocurren bien, te alegran el día. Si, en cambio, ocurren mal, no te sorprenden. Así que, adiós a las decepciones. Ya ni recuerdo cuando fue la última vez. ¿Por qué? Porque yo "ya sabía" que iba a ocurrir.

En fin, quizá eso es lo que somos. Bolas de carne y sangre rellenas de sombras.

Pero no pienso perder el tiempo en guardar rencor, es un gasto innecesario de energía que no estoy dispuesta a desperdiciar.

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