jueves, 14 de febrero de 2013

Bazar Chino


¿Es que acaso no merece un homenaje, por ínfimo que sea, esa personita tan entrañable que te espera en la tienducha de la esquina (convertida ahora, como por arte de magia, en un gigantesco bazar), con esa carita sonriente, tan tierna, y con ese portátil siempre con películas en su idioma natal? No merece una consideración ese chino que te devolvió la golosina que tú tanto tiempo llevabas buscando a lo largo y ancho del mundo? ¿Acaso no flipas cuando llegas al mostrador y contemplas la mayor variedad de pendientes y demás bisutería (todo falso, eso sí, quien quiera peces que se moje el bolsillo), el mayor surtido de artefactos (en su mayoría inservibles) que jamás hayas visto en tu vida en tan poco espacio físico? Demonios, (léase con tono de Peter Griffin) ¿cómo... cómo... cómo... co... co... como...co...como lo hacenn????
Todo el mundo alardea de ser el mejor, de tener un producto de máxima calidad a un precio increíble. Yo digo, qué coño?! Los chinos tienen el mejor precio. La calidad es cuasi nula o pseudo despreciable, pero qué más da!
Para comprender el control de calidad chino comparado con el europeo, podemos pensar en una lámpara de larga duración. Si una bombilla antigua, de toda la vida, con sus filamentos que se parten y se puede diagnosticar está “fundía”, viene a durar unos dos años, y costar unos dos euros, la de larga duración cuesta el doble y dura cuatro veces más, 8 años. ¿A alguno de los presentes le ha durado una bombilla de larga, corta o media duración, ese tiempo?. No se sabe. Nadie ha vigilado tanto una bombilla.
Bueno, aquí entra en juego el concepto chino de larga duración. En realidad “larga duración” y “Bazar de los chinos” son términos que no deberían estar en la misma frase. Tú de que te crees que viven los chinos por muy barato que sea el “aloz tles delicias”. ¿De los tres euros que en teoría te vas a gastar tú cada ocho años?. A que no. En sus tiendas, todo lo que dura más de 72 horas es larga duración.
Además, tú vas a un “chino” buscando precio. No calidad.
Cuando entras, te das cuenta que están perfectamente organizados. Hay un chino que cobra, tres chinos reponedores, y uno que te sigue durante toda tu compra como un imán. Este es el chino en prácticas. Está practicando el idioma. Es capaz de entender a la perfección el español pero no articula una sola palabra. Tiene la capacidad de leer la mente y adivinar el color del cubo de plástico que buscas. Impresiona.
Y el abanico de posibilidades de compra no tiene parangón. Puedes encontrar, desde un Bolígrafo con cámara oculta, vídeo, y que además escribe hasta un rodillo para pintar el techo que se recarga de pintura. Que pasa, pues que entras a compra un paquete de pilas y con lo chulo y lo barato que es todo, sales con un equipamiento de Agente Secreto chino que va a pintar el techo de su piso franco. Las pilas se te han olvidado, pero vale la pena.
Ahora ya se están adaptando a nuestra cultura y sólo están abiertos durante 23 horas al día. Les está costando, pero se adaptan.
Yo puedo comprender que la gente tenga miedo a lo venido de fuera, y más cuando, como en el caso que nos atañe, la propagación está siendo tan veloz como la epidemia de gripe española allá por 1918 (y la comparación no es por nada, no seáis ladinos). Yo comprendo que pueda haber una cierta sensación de rapto sutil, pero, qué coño? ¿Acaso no vamos todos a comprar a un chino? ¿Y no es menos cierto que lo hacemos como con chanza, con jocosidad?
Pido un aplauso a los chinos.v

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